¿Para qué quiero tenerlo todo?

 

En la vida no se puede tener todo... Suena a frase hecha ¿no es cierto? Pero es así.

¿Por qué a veces tomamos esta realidad como algo malo? En verdad, deberíamos apreciarlo como parte de nuestra libertad. Elegimos entre distintas cosas para hacer. La mejor para nosotros en determinado momento.

Es decir, entre infinidad de opciones, gracias a nuestra libertad elegimos lo que más nos gusta.

¿Cuál es el beneficio en el caso de un viaje de poder conocer muchísimos lugares en forma incompleta y apurada?

En muchas oportunidades, no sabemos qué hacer, tenemos muchísimos lugares para visitar o programas para hacer, y aún teniendo el tiempo para poder hacer todo eso lo único que lograríamos es terminar agotados.

Sí, vimos todo, ¿pero nos gustó todo lo que vimos? Lo más probable es que no. Entonces además de cansados nos sentiríamos insatisfechos e irritados.

Por eso, establezco prioridades y me quedo con lo mejor.

[bctt tweet=»Todo no es igual a satisfacción. Libertad es igual a elección. Elección es igual a lo mejor para nosotros.» username=»tramandoviajes»]

Te preguntarás a que viene todo esta sanata en un artículo de un blog de viajes. Ya te cuento.

 

Los famosos imponderables.

 

Si me leés habitualmente sabrás que acabamos de volver de un viaje muy lindo por las Capitales Imperiales, donde por nuestra manera de viajar, intentamos tener todo planeado.

Además de que somos un poco obsesivos con el tema planificación de viajes, hay otro motivo bastante simple. Por nuestras ocupaciones laborales y familiares, no nos vamos afuera más de 20 días seguidos. Esa es la causa principal para que tratemos de optimizar el tiempo. De ese modo, conocemos lo más importante de cada lugar o lo que más nos gusta de acuerdo a nuestros intereses.

Pero… uno planea y existen los famosos imponderables. En este caso, a los 6 días de nuestro recorrido, Diego se cayó por un desnivel de la calle y golpeó muy fuerte la rodilla izquierda contra el asfalto.

Antes que nada, hago un paréntesis para aconsejarte que no viajes ni a la esquina sin contratar un seguro de viajes internacional.En este enlace tenés para cotizar y comparar tu seguro de viajes entre más de 20 empresas en un solo lugar. 😉

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En un primer momento no sabíamos si se había quebrado o sólo era un flor de golpe. Por suerte, no fue nada grave, pero sí le provocaba mucho dolor flexionar la rodilla. Teníamos un auto alquilado y al principio no sabíamos si iba a poder manejar.

Por suerte después de un par de días, el dolor aflojó y sólo tuvimos que replanificar algunas cosas: descartamos una visita que incluía un trekking de más de 2 horas en subida y la ida al castillo de Neuschwanstein que implicaba muchas hora de manejo.

En su lugar, y sin tenerlo planeado conocí uno de los lugares más lindos de todos mis viajes: Königssee. Ya te voy a contar en detalle todo sobre este lugar, sólo te adelanto que es un lago que queda en Baviera, a pocos kilómetros de Salzburgo. Está rodeado de montañas altísimas que te hace imaginar que estás en un fiordo noruego.

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Mucha planificación pero siempre falta algo.

 

Por otro lado, también tengo que confesarte que «en casa de herrero cuchillo de palo» aplicó en este caso. A pesar, de que me habían recomendado muchísimo la visita al Parlamento de Budapest, no hice la reserva con tiempo ¡y nos quedamos sin lugar!

Realmente estaba tremendamente frustrada porque no es que vayas a ir todos los años a Budapest ¿no? Bueno, en este caso lo resolvimos contratando la visita en italiano.

No te creas que hablamos perfecto italiano pero nos defendimos bastante bien. Además, las otras opciones eran húngaro, hebreo y alemán.

Acordate entonces de sacar las entradas para las principales atracciones de un lugar con anticipación.

 

Lo mejor del viaje

 

Poder disfrutar de paisajes naturales increíbles, especialmente, como el lago Königssee de Baviera y el divino pueblo de Hallstatt.

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Conocer la Abadía de Melk, lugar donde está ambientada la novela de Umberto Eco «El nombre de la rosa», posteriormente filmada en la Sacra di San Michele. Tanto su arquitectura como el entorno donde se ubica son impresionantes.

Comer en el mejor restaurante de Salzburgo, el Restaurant Brunnauer, con el cálido recibimiento de sus dueños Sybille y Richard, quien es uno de los mejores chefs de Austria.

Disfrutar de una cálida tarde de café y tortas en el café mas antiguo y lindo de Budapest: el Café Gerbeaud.

Volver después de 16 años a Praga, Budapest, Viena y Salzburgo y encontrarlas aún más lindas si eso es posible.

Alojarnos en hoteles increíbles, donde nada queda al azar y donde el huésped es el rey. En Budapest, el Kempinski Hotel Corvinus y en Salzburgo en el Hotel Bristol Salzburg.

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Como broche, asistir en Viena a una ópera en la Wiener Staatsoper, con un espectáculo increíble «Les Troyens» de Berlioz, de más de 4 horas y media de duración y más de 150 intérpretes en escena.

Presenciar los atardeceres más lindos que te puedas imaginar en distintos tramos del Danubio.

Y tantas otras cosas que te voy a ir contando más adelante en mis próximos artículos.

 

Lo que resta del viaje – ¿Y ahora qué?

 

Creo que para todos los que sentimos pasión por viajar, el sentimiento de lo vivido perdura aún mucho tiempo después.

Como digo siempre, los viajes enriquecen, abren la cabeza, nos hacen saber lo poco que sabemos de todo y lo mucho que hay para aprender.

Lo mucho que hay para vivir…

Esta vez nos superamos, la mañana que llegamos del viaje anotamos 4 posibles futuros destinos. No sabemos cuándo será ni por cuál nos vamos a decidir. Pero no importa, porque eso también forma parte del placer de viajar.

Los viajes se disfrutan antes, durante y después.

 

¡A prepararnos para el próximo!